Fragmento del cuadro titulado"Viento foreño" deJavier Aguilera Rojas. 90 x 45 cm. Acrílico sobre tela. Año 2007. Colección particular |
Casi enseguida, al llegar, la placidez se apoderó de ella.
La luz, sobre las paredes muy blancas, llenaba
la atmósfera. Los lienzos con los paisajes de dunas inundaban la estancia. Los
suelos de tablas de maderas, ya desgastadas por el paso de los años, crujían a
su paso. Las grandes cortinas de gruesas lonas verdes se balanceaban en los
corredores exteriores con el viento atlántico del sudoeste. El mar acometía a
bocanadas la arena de la playa. Se llenó de esa indefinible sensación de paz
que siempre tenía cada vez que llegaba a la casa. Aquella aureola púrpura de la
ninfa se reflejaba todavía en los cristales de la ventana del comedor.
Sus cuadros de juventud, allí colgados, que tantas veces le
parecieron ingenuos y torpes, le trasmitían ahora el recuerdo de aquella época
pasada y se convertían, en imágenes coloristas y llenas de una espontaneidad
que, de repente, le pareció que ya no tenían sus pinturas de ahora. Esa nueva
visión de su obra temprana no le produjo turbación. La trasladó a aquellos
momentos iniciales en los que se decidió a coger los pinceles por primera vez.
Todo era búsqueda y emoción entonces. La alegre ninfa que habitaba en la laguna
marina, ¿habría muerto? ¿Mueren ellas acaso, o permanecen dormidas esperando la
vuelta?
Había subido la escalera de madera con los ojos llenos de claridad. Arriba, Fauno, lo había dejado todo dispuesto como siempre. Los muebles colocados en el corredor, la hamaca de vivos colores colgada en su ganchos, la despensa bien provista, la vajilla de loza, limpia, la cama hecha, con las sábanas blanquísimas de hilo y el mosquitero listo. Dejó sus cosas sobre la gran mesa de madera al lado del cuaderno con los dibujos de su casa de madera sobre la arena, se desnudó lentamente y se asomó hacia el horizonte, dejando que la brisa empapara su cuerpo y trayendo a su memoria las imágenes del espectáculo de unas nubes ardiendo sobre el atardecer de una tierra agreste. Él, con sus cabellos color de mar, estaba lejos ahora, posiblemente en aquella misteriosa casa de la montaña.
Dibujos del ÁLBUM DE PUNTA UMBRÍA de Javier Aguilera Rojas, publicado por editorial MAIREA. Año 2014 |
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